lunes, 9 de mayo de 2011

Tantien inferior: La puerta de expansión hacia el Universo



El tantien es nuestro núcleo somático así como el almacén más importante de chi, y el lugar donde xin y yi interactúan dando lugar a la actividad cargada de  intención y emoción: “Desde él me acepto y controlo, lo cual me hace capaz de abrirme al mundo sin miedo y sin rigidez”

El tantien es fuente de vida y de energía, de poder interno: Nos permite tomar conciencia de nuestro cuerpo a través de la respiración, del dominio postural y del movimiento. Desde él, podemos integrar nuestra corporeidad como una unidad básica de permanencia y acción en lugar de esa vivencia dispersa e incoherente que en Occidente tenemos de nuestra estructura física.

Pero no es sólo el punto de conexión y unificación global corporal, sino el punto a través del cual trascendemos hacia nuestra realidad más recóndita:” Desde mi ser más profundo y sincero, me hundo en la tierra y me expando hacia el cielo. Me abro en círculos concéntricos sin moverme de mi mismo.”

 
El tantien nos permite conectar con nosotros mismos y, desde allí, movernos en nuestra órbita pero junto con el resto de los movimientos orbitales de los otros entes. Desde nuestro núcleo nos expandimos hacia los demás, hacia la vida, hacia los sentimientos y emociones, hacia el pensamiento y la acción.

El trabajo alquímico sobre nuestro interior es lo que en nuestra cultura entendemos por trabajar la autoestima y la aceptación de todo lo exterior desde la serenidad y la gratitud a la existencia. Aprender a asumirnos como somos, a entendernos y amarnos. Dejar brotar desde nuestro tantien el sentimiento de fusión con el Cosmos, de pertenencia a él.

 Este trabajo conlleva una vivencia más profunda de la tolerancia, porque se puede admitir  todo lo externo a uno mismo sin sentirse agredido, cuando se está firme y relajado en el propio lugar.
Para el taoísmo, el ser humano es el nexo de unión entre la energía del Cielo y la energía de la Tierra. Somos el sistema de intercomunicación entre ambas.¡Qué responsabilidad! Sin embargo, ¿quién querría un sistema de comunicación sin cobertura? ¿Quién se fiaría de la labor de un intermediario que, a su vez, está absolutamente desconectado o, al menos, sin coherencia en esa conexión universal? Tenemos un enorme trabajo que realizar, y ese trabajo comienza por tomar conciencia de nuestro propio tantien.

Los ciclos de la vida conllevan alegría y sufrimiento. A veces, los acontecimientos son luminosos, rebosantes de vida y de esperanza. Otras veces, nos zarandean, nos oprimen, nos desgarran. Luz, plenitud. Sombras, desesperanza. Somos parte de la energía cósmica, y no podemos vivir ajenos a sus vaivenes. Nuestros ciclos se ven influidos por todos los de los entes que existen. Sobre todo, son interdependientes de las fases de los seres que amamos.
Pero en todo este movimiento incesante, no es lo mismo movernos con la dinámica vital de todo y todos los que nos rodean conservando el propio punto central del movimiento, que verse arrastrado como una hoja por un vendaval.
Cada uno de los hallazgos o las pérdidas de la vida, de sus problemas o soluciones, de los momentos alegres o los de hondo dolor, no pueden suponer que nos desbordemos de nuestro propio interior, lo cual supondría una desconexión de nosotros mismos. Sentir, gozar, sufrir sin desbaratarnos, sin disiparnos en el medio.
Adaptar la mente y el alma  a las fases cambiantes de la vida como adaptamos el cuerpo a los movimientos redondos y fluctuantes del tai chi.
Necesitamos que nuestras secuencias se equilibren para existir. Pena-alegría. Dentro-fuera. Arriba-abajo. Sin contrastes entre contrarios, no seríamos. Sin alternancia no hay vida, no hay crecimiento.
Y ese punto de anclaje con nosotros mismos y con el Universo es nuestro tantien: “Desde mi tantien , me centro y me expando, me recojo y me centro. Y vuelta a empezar.”



Si es cierto que somos un nexo de unión entre energías del Cielo y de la Tierra, el tantien inferior es el punto de apertura y crecimiento hacia las fuerzas del Orden Cósmico: La puerta de expansión hacia el Universo. Y en ese caso, los practicantes de taichi tenemos una responsabilidad notable e inequívoca. ¡Cuantos más seres humanos centrados y con conciencia de la trascendencia, mayor número de puntos de unión entre energías universales!
            
             C.Campos