viernes, 29 de abril de 2011



OS DEJO ALGUNOS VIDEOS SOBRE REIKI QUE OS PUEDEN RESULTAR DE INTERÉS






miércoles, 27 de abril de 2011

HACIA LO PROFUNDO


Este es un artículo dedicado a los practicantes de taichi...o de cualquier arte interna...o de cualquier cosa en la vida... 

“Cuanto más profundas son las raíces más crece el árbol”
                                                    Proverbio chino

Si se siembra semilla de hierba, las plantas ocuparán con gran rapidez una vasta extensión de terreno. Parecerá un lugar bello y lleno de vida aunque sepamos que al más mínimo inconveniente se agostará; incluso, puede que se vuelva baldío. Los plantones, en el mejor de los  casos, crecerán vanamente sujetos al suelo, sin ninguna ambición de elevarse hacia el horizonte.
¡Tan extenso, tan superficial!
Si se siembra la semilla de un árbol, tendremos durante muchos, muchos años, un suelo aparentemente yermo, con una plantita que casi suscitará condescendencia y conmiseración.
Al cabo del tiempo, cuando el árbol haya ahondado con sus raíces y la tierra las abrace con fuerza, cuando se hayan elevado sus ramas hacia el cielo intentando acunar entre ellas el aire y las nubes, sabremos que ha valido la pena esperar. El árbol ocupará una zona recoleta del terreno, pero su copa soñará la altura, y su base ahondará en el interior de la energía terrestre.        
¡Tan circunscrito, tan profundo!
Y cuando el árbol alcance su madurez estará preparado para esparcir nuevas semillas que a su vez pueden convertirse en árboles, y desde estos, nuevas semillas arraigarán en el lugar, y desde estos…El bosque.
HACIA LO PROFUNDO.
¿Cómo deseamos crecer y aprender los practicantes de taichi? ¿Cómo hierba o como árbol?
La respuesta que surge espontáneamente es evidente, pero a la hora de la verdad, ¿es cierta en nuestro corazón y en nuestra práctica habitual? ¿De verdad buscamos la excelencia en nuestro taichi o sólo la abundancia? ¿Buscamos la vivencia interior o sólo reproducir cada vez más movimientos aunque sea de cualquier modo?
Me da la sensación de que nos comportamos como el glotón que nunca tiene bastante comida, y aún a costa de no poder saborearla ni digerirla, sigue comiendo, comiendo…: “No controlo un movimiento, no lo entiendo, no lo vivo, no lo enraízo, pero deseo reproducir otro… y otro…y otro”.  Esto no es taichi.
Demandamos a nuestros maestros otro ejercicio, otra figura, otro pasito, otro giro de espada. ¿No será esto vanidad y vacuidad? ¿No estaremos confundiendo la cantidad con la calidad, la extensión con la profundidad, el objetivo con los medios, la finalidad con la apariencia?
El trabajo bien hecho nace en la propia conciencia, en la emoción mantenida, en el esfuerzo constante. Esta labor, al tener recónditos y fuertes orígenes, es la que va a permitir que el conocimiento se expanda poco a poco hacia otros ámbitos.
HACIA LO PROFUNDO.
Hemos sido dotados de conciencia propia y universal, hagamos uso de ella en el taichi, porque este arte es un sistema de vida y no sólo un cúmulo de bellos actos motores encadenados con mayor o menor destreza y acierto.
No es importante conocer más y más movimientos: “No me hace mejor practicante un avance rápido a lo largo de las tablas de forma o espada, sino un flujo constante de esfuerzo y atención”
Raíz, estructura, función del movimiento, equilibrio, dirección y fuerza de la energía, trabajo sobre la base recóndita de nuestro ser, experiencia anímica del tantien como puerta de comunicación con las energías universales.
 Me asombra que, a veces,  reproduzcamos movimientos tan rígidos, engolados, hieráticos, faltos de gracia y sutileza y deseemos más y más…y más, en lugar de mejor y mejor…y mejor.
HACIA LO PROFUNDO.
Sólo el trabajo oculto, unido a la constancia en la práctica, puede hacer que la simple motricidad pase a ser aprendizaje vital. El sentimiento insondable llevará a la armonía en el movimiento, de tal forma que reproducirlo y observarlo será una experiencia conmovedora porque lo que se estará poniendo de manifiesto en la realización de la forma, será el propio espíritu del intérprete.
       Lo que profundiza puede crecer y elevarse. Cuanto más penetrante, más elevado. Cuanto más oculto, más valioso. Desde lo hondo se crece hacia lo ancho y hacia lo alto. De abajo hacia arriba. De dentro hacia fuera. Como los árboles. Como los montes.
Pidamos a nuestros maestros que nos guíen hacia lo trascendente. Intentemos refrenar, dentro de lo posible, la voracidad incongruente de nuestros alumnos y acompañémosles hacia la raíz.
Puede que algún día, siguiendo este ritmo pausado y laborioso, nuestro campo sea fértil y se pierda en un amplio paisaje de vida; y, cuando observemos lo logrado, tendremos la seguridad de que  nuestro crecimiento permanecerá ya que ha sido HACIA LO PROFUNDO y, desde allí, HACIA EL INFINITO.


                                               C.Campos
                                                                   



















lunes, 25 de abril de 2011

LA HISTORIA DEL MAESTRO DOGEN EN UNA PELÍCULA SUBTITULADA

 


CONTINUEMOS CONOCIENDO ASPECTOS DEL BUDISMO ZEN

CORTO CUENTO ZEN

jueves, 21 de abril de 2011

REFLEXIONES TAOÍSTAS SOBRE LA MUERTE




“REGRESO A TAI JI”

“Retirarse una vez acabada la obra, he ahí el Tao del cielo” (Tao Te King, verso IX)


Al comienzo era Wu Ji, la Entidad Básica, el Vacío Caótico y Absoluto que encerraba potencialmente todas las alternativas de Creación. La Calma Inicial. Cuando comenzó un punto de orden y de movimiento, se transformó en Tai Ji, el Principio Supremo. En Tai Ji estaban definidas las bases  para que todo pudiera existir, era el punto de conexión entre amorfismo e intangibilidad, y cuando  continuó dinamizándose, surgieron la materialización y la expansión. Paso previo imprescindible para este apogeo, es la diferenciación en dos fuerzas inversas e interdependientes aunque no antagónicas. Cada uno de los contrarios definió al otro, dotándolo de sentido. Todo surge de Tai Ji, todo retorna a Tai Ji. “El Tai Ji se divide cuando es móvil, y se une cuando se queda inmóvil” (Wang Zongyue). Tal vez, en algún momento, Tai Ji  revierta  a Wu Ji porque también termine su ciclo. Así dará comienzo  una nueva Infinitud que produzca una Creación absolutamente distinta a la actual. Mientras todo retorna o no hacia el Gran Vacío, todos estamos inmersos en el constante  girar pautado por Yin-Yang.

                                

Uno de los seres de la gran Expansión Dinámica, fue dotado de una  facultad que denominamos RACIONALIDAD; esta le hizo creer que tenía una entidad propia especial y que su substancia merecía tener más transcendencia que las otras. Consideró que todo o todos los seres que amara, también debían permanecer a su lado, puesto que sentía que eran suyos y los necesitaba. Y su rumbo derivó  hacia la NO aceptación del Regreso a Tai Ji una vez agotado su tiempo o el tiempo de las entidades de su entorno.

A pesar de esta negación, también en  nuestro interior hay contraposición y alternancia de emociones e ideas respecto a la propia dispersión: El miedo insondable al desvanecimiento del propio yo como entidad única e independiente / El cansancio infinito que produce la carga de ser un ente de marcada individualidad que denominamos ego, siempre sometido a turbulencias emocionales, intelectuales, espirituales. Siempre buscando, siempre perdido en la propia presencia.

¡Qué infinito vértigo pensar en la disgregación total como sujeto! ¡No ser nunca más lo que ahora eres…o crees que eres! ¡Qué eterno alivio considerar la posibilidad de permanecer, sin tener un YO que sustentar! ¡Qué temor oscuro y primigenio! ¡Qué placidez poder seguir existiendo sin el lastre de una conciencia privativa! ¡Que escalofriante el pensamiento de una Eternidad donde se está condenado  a  “padecerse” a uno mismo durante un tiempo sin fin y sin tiempo, una temporalidad indiferenciada y, por tanto, atemporal! ¡Tremendo!




 La sima que se abre en nuestras conciencias es tan grande que el vértigo nos hace tambalear. Cada uno intenta sobrellevar esta sensación vital afianzándose en algún elemento que ayude a afrontarlo: Creencias religiosas, filosofías de la trascendencia, placeres, actividades lúdicas. Consideramos a la muerte como un paso amargo, inquietante, triste; por lo tanto, intentamos pensar en ella lo menos posible, y si lo hacemos, suele ser como un planteamiento sobre algo inevitable pero lejano. Tenemos  una visión rectilínea de la existencia, y el final de ese camino que queremos vivir como un trazo, no nos gusta. Querríamos una línea, pero infinita.

La prueba está en que ningún momento  nuestra existencia  es capaz de hacernos sentir plenitud. Siempre proyectamos hacia acontecimientos futuros o pasados. Nuestro continuo presente nos parece poco. Poco feliz, poco atractivo, poco interesante…Debido a lo cual siempre estamos buscando y esperando esa plétora vital. Cuando llega ese futuro anhelado, nos retrotraemos en el planteamiento de nuestra vida y pensamos lo dichosos que éramos. ¿Y el pequeño pasito del aquí y ahora? ¿Y la sensación radiante de sentir, pensar, soñar, incluso dolerse en cada instante? (“Quien vive el eterno presente, no muere” Tao Te King, verso XXXIII).
 

El miedo transforma la apariencia de lo más real y profundo; debido a ello, vamos transitando por la existencia con la falsa impresión de que lo importante de ese tránsito es todo lo que NO duele. Los  ideales de nuestra cultura se podrían resumir en: No estar feos, no envejecer, no enfermar, no morir. Ni nosotros ni los nuestros. Por tanto, derrochamos energía y esfuerzos en intentar estos logros imposibles.

¿Por qué no plantearnos la vida tan sencillamente como disfrutar de la presencia de un ser querido, de la luz, de las alegrías simples, teniendo la conciencia del privilegio de cada una de esas sensaciones? ¿Por qué no plantearnos la muerte como  volver a unirnos a todos los seres que quisimos y que queremos, sin cuerpo, sin mente, sin emociones, sin pensamientos…pero siendo?…Disolverse para constituirse en una Unidad Trascendente con Todo. El sentimiento de pérdida es duro, amargo. El de amar en el presente, es resplandeciente, tranquilizador, sedante.

 Uno de los regalos que nos ofrece la filosofía taoísta es su boceto circular de la existencia. Si te haces un planteamiento curvo, descubres que donde acaba la vida es donde comienza, y eso te abre la vía de la paz interior ante la idea de la propia disgregación o de la pérdida de aquellos que amamos.

 La vida es algo tan sencillo y tan profundo, que parece que durante el proceso de evolución debimos perder el “libro de instrucciones” de la existencia. Posiblemente morimos cuando ya no deseamos oír ni ver lo que  incomoda, asusta o exige esfuerzo, con la disconformidad con lo difícil; cuando se deja de apreciar y agradecer todo lo que se tiene debido a la perenne ceguera de echar de menos lo poco, lo poquísimo, que  falta. Puede ser que se viva cuando se disfruta de forma desenfrenada de lo aparentemente escueto y no importante, cuando otra mirada limpia quita la turbidez de la nuestra.

Por todo ello, últimamente, cuando miro a la cara de los seres que quiero, veo el rostro de la muerte. Ahora, los suelo observar con más amor, con más sosiego, apreciando mejor su existencia y la mía; amando su vida y la mía en nuestro continuo tránsito.

Permitidme que en la muerte de este escrito, en su final, os transcriba unas palabras de Zhuang Zi; así, cuando mi escrito renazca y comience una nueva vida con vuestra lectura,  podréis leer algunas palabras más sabias y profundas que las mías:

“¿Cómo sé que el amor a la vida no es una ilusión? ¿Como sé que quien teme a la muerte no se asemeja al hombre que se alejó de su hogar cuando joven y, por lo tanto, no tiene intención de regresar? ¿Cómo sé que el muerto no se arrepentirá de su anterior anhelo a la vida?…Antiguamente, los hombres verdaderos nada sabían acerca del amor a la vida ni del odio a la muerte. La entrada en la vida no les producía alegría; al dejarla, no oponían resistencia. Iban y venían tranquilamente. No olvidaban cual había sido su comienzo y no averiguaban cual sería su fin. Aceptaban su vida y gozaban de ella, olvidaban todo temor a la muerte y retornaban a su estado anterior a la vida. Así pues, no existía en ellos la necesidad de que la mente se opusiera al Tao y de que lo Humano resistiera a lo Celestial.”



Larga vida a todos; no en persistencia, sino en felicidad. Nos encontraremos en algún otro momento. Si no es así, seguro que volveremos a ser Uno en Tai Ji.

                                                                                  C.Campos

                                                                                  






UN POCO DE MÚSICA

      Cuando en el corazón hay pena y uno siente poco ánimo para continuar el camino, conviene escuchar música.
      La música relaja y hace que nos reencontremos con nosotros mismos y con la Naturaleza.
      "Quien nunca descansa,
      quien con el corazón y la sangre
      piensa en lograr lo imposible,
      ese triunfa"



lunes, 18 de abril de 2011

SALUDO INICIAL

    La vida no tiene ningún sentido si no es para vivirla en constante búsqueda de la trascendencia y del crecimiento personal.
No se trata de pretender ser santos o seres iluminados. Se trata de iniciar y recorrer el Camino de la Búsqueda Interior, que es el único que nos podrá acercar a la evolución individual y global.
    Y ese camino es un bucle sin fin, puesto que cada vez que conectas con algo de tu Ser Interior, lo aceptas y lo pules,comienza una nueva etapa que te lleva a intentar profundizar más y mejor contigo mismo. Todo camino de conocimiento tiene una ida, pero, sobre todo, tiene un Retorno. Y todo...para intentar contactar con el Universo, con el TODO. O si lo preferís: Cielo,Tao, Dios...
    No sé como se desarrollará este blog...pero ahí vá...

LAS INCONGRUENCIAS DEL PEREGRINO


“LAS INCONGRUENCIAS DEL PEREGRINO”
(Interpretación libre de los 8 trigramas del I Ching y del camino energético que marcan)

“Un viaje de mil li empieza por el suelo que se tiene bajo la planta del pie”  (TAO TE KING-Lao Tsé)

Todos sabemos que la vida y las diversas circunstancias de la misma, están sujetas a continuos cambios. Las mareas, el clima, el rumbo de las estrellas en sus vías galácticas, el funcionamiento de los organismos, las emociones, las ideas, las pasiones…Todo es un continuo fluir; pasos de diferente matiz en un mismo trayecto energético.
El octograma de Fu-Shi  representa en cada uno  de sus ocho trigramas, un momento o fase de la energía. Si se considera que todos los cambios son cíclicos, el conjunto del octograma simboliza un recorrido de transmutación. Una senda que vuelve a empezar en su final, ya que cada nueva vuelta de la rueda, conlleva una nueva expedición hacia la sublimación.
Estas ocho transiciones de la energía (CHIEN, TUI, LI, CHEN, SUN, K’AN, KEN, K’UNG) se pueden aplicar a cualquier lugar, fenómeno, elemento…vida. Vamos a centrarlo en el punto de vista de que lo que marcan es un viaje de búsqueda, primero hacia el crecimiento personal y, si tenemos constancia, nos esforzamos y nos sobreponemos a nuestras debilidades, tal vez sea también el camino de la iluminación y de la fusión consciente con la Energía  Única y Global de la que procedemos.
Cuando se comienza una marcha, sea cual sea su duración, se emprende una aventura de aprendizaje. Uno se plantea a donde quiere llegar, sabiendo que encontrará dificultades en las diferentes etapas, que tendrá equivocaciones, dudas, rectificaciones del trayecto o de la velocidad. En ocasiones, el viaje te lleva a lugares inesperados, no previstos en su belleza o en su carácter abrupto.
En una peregrinación, sea exterior o interior, uno debiera abrir su corazón y su mente, afrontar el camino con la atención puesta en la pequeña cantidad de terreno que hay bajo los pies, con la mirada limpia orientada al devenir inmediato, sin desviar la vista hacia atrás más de lo necesario para rectificar la ruta; sin lanzarla demasiado adelante, sólo hacia el futuro más próximo para saber hacia donde orientar los pasos. En el I Ching  se dice: (56. Lü, El Andariego): “La posición correcta como andariego, como viajero en tierra extranjera, no es cosa fácil de hallar, por eso tiene el significado de algo grande el acertar el sentido del tiempo”.
Un viaje físico, un ejercicio de chikung, una forma de taichi, una faceta de la  vida o la orientación total de la existencia, pueden ser un cómodo estancamiento (tal vez penoso pero  fácil)  o una travesía de adiestramiento. Podemos convertir todo en un acontecer impreciso sin riesgo ni aliciente  o en una aventura a veces cruel pero siempre fructífera. Desde esa perspectiva todos somos o debiéramos ser peregrinos de la vida y de la energía; todos estamos, o debiéramos estar en la constante búsqueda de vías de expansión, aprendizaje y crecimiento. Por tanto, todos podemos caer, todos caemos, en alguno de los despropósitos del viajero. Y demos gracias si no caemos en más de uno.

Recordemos previamente, los tramos del viaje:
Cuando uno emprende una marcha, mira al cielo (CHIEN) y comprueba si su aspecto es favorable, la mente está predispuesta a la creatividad y a la aventura; todo está por hacer, todo es potencial.
 En el avance, aparentemente sereno como un insondable lago (TUI), uno  conserva la calma del que aún no tiene exhausto su cuerpo ni ofuscada la mente por el desaliento, una tranquilidad llena de ímpetu oculto y poderoso.
 En la etapa en que el viajero ya no está con la ilusión del inicio, y se comienza a sentir cansancio, cuando se necesita una experiencia que nos fusione con el tránsito,  llega el momento de compartir con otros viajeros el calor envolvente de un fuego (LI),  de comunicar con  la gente que nos cruzamos y que forma parte de nuestro viaje y de nuestra vivencia.  Transmitir es aquello que nos hace adherirnos a la experiencia del camino de aprendizaje.
Lo duro de la travesía es cuando uno ya está fatigado, sin el empuje del principio y sin la perspectiva cercana del final, cuando se ha de cruzar el puente de la incertidumbre, cuando uno no sabe si podrá superar el cansancio que comienza a atenazarle, cuando el trueno (CHEN) de la duda retumba en nuestro corazón haciendo que se acobarde. Aparece el miedo a que sea una prueba insuperable.
 Una vez vencida esa fase central del itinerario, cambia la condición de la energía: Parece que pasado ese duro momento, uno se premia dejándose sentir la suavidad penetrante del viento (SUN); la misma brisa  que nos ayuda a despejar los nubarrones que acompañaron al trueno del temor.
A partir de este momento uno está entregado al fluir del camino como si fuera arrastrado por un torrente de agua (K’AN) que penetra por los lugares más recónditos e inhóspitos. Es el momento de la confianza total en uno mismo y en su acontecer. Uno se abre a su intuición y confía en los propios sentimientos, y se deja manar como el agua, arrastrando los obstáculos, llenando los vacíos, disolviendo dudas y recelos. Uno se puede dejar caer a lo abismal, como el agua, porque en su corazón hay seguridad y fortaleza.  
Después del momento de dejarse llevar, llega el aquietamiento, la tranquilidad emocional, el peregrino se encuentra en el “aquí y ahora”, con la visión limpia y amplia de la perspectiva desde una posición de elevación y quietud, como si se divisara todo desde lo alto de una montaña (KEN).
      ¡Y por fin, la llegada, el final del camino. La receptividad de la tierra de acogida (KUNG). La meta marcada cuando se comenzó la andadura. La materialización de todos nuestros esfuerzos y desvelos. El comienzo del regreso.
Estas son las fases esotéricas del camino de la energía que marcan los 8 trigramas que son la base del I Ching.

Sin embargo, en su recorrido esencial de iniciación aguardan al peregrino, agazapados y prestos a adueñarse de él, cinco peligros. Cinco incoherencias, cinco desatinos que pueden truncar la bondad de su camino: LAS INCONGRUENCIAS DEL PEREGRINO.

Primera incongruencia: Pensar en la vuelta mientras se está aún en la ida
(3. CHUN: La Dificultad inicial: “…es preciso aguardar, pues todo intento prematuro de echar mano podría acarrear el fracaso”. “…el noble debe estructurar y ordenar la inabarcable y confusa plenitud, tal como van devanándose las hebras de una madeja y uniéndose en hilos”.  “…es preciso no perder de vista la meta de un modo perseverante, duradero”)
Es cierto que a todos, si podemos nos gusta prevenir, pero no es lo mismo ser precavido que adelantar acontecimientos muy lejanos. ¿Qué pensaríamos de un peregrino que, antes de emprender el camino de su búsqueda interior,  planeara como va a ser su vuelta? ¿De un viajero que no conoce ni la senda por la que se ha aventurado, ni como y donde se producirá su llegada, pero ya planea con detalle el regreso? Hay que tener en cuenta que una cosa son los planes de viaje y, otra, la realidad de lo que uno encuentra en su larga marcha. El retorno tiene su fundamento en el curso de la naturaleza de la ida. Pensando en como volver, es posible que no preste la atención debida y necesaria a como  seguir la vía para llegar.
 Hay personas que apenas comenzado su viaje, ya están prestando más atención al regreso, planteándose como y cuando volverán, las etapas de su vuelta…Sin prestar atención y esfuerzo a las etapas de ida.



Segunda incongruencia: Olvidar el propio camino para criticar el de los demás
 (56. LÜ: El Andariego): “Si el andariego se dedica a las cosas mezquinas, entonces se agota su voluntad y esto es una desgracia”. (60. CHIEH: La Restricción: “No será lícito buscar fallas en los demás. Únicamente cuando se reconoce la propia falta contribuirán estas ingratas experiencias a que uno se libere de errores”).
Hay quien mientras sigue su migración, va fijándose en las incidencias de los otros caminantes. Observa sus posibles fallos, sean estos ciertos o no. Da consejos con empeño y sin escuchar al aconsejado. Insiste en recomendar trayectos que transitar y formas de hacerlo…Durante todo este proceso, ¿ha sido consciente de su propio camino? ¿Se ha dado cuenta de si se ha desviado de su ruta? ¿Ha mirado a su paisaje interior? ¡No! Estaba muy ocupado observando y criticando otro recorrido, pensando lo mal que lo está haciendo otro, intentando hacer que otros rectifiquen la ruta.
(8. PI: La Solidaridad: “Es cuestión de unirse a otros a fin de complementarse y de estimularse mutuamente mediante una solidaria adhesión” “Para entablar relaciones, la plena veracidad y sinceridad es la única base correcta” “…Las relaciones con el otro son en primer término interiores, así uno no se pierde a si mismo”).
La única ocasión justificada para volverse hacia el camino de los demás es el momento de la solidaridad, de la ayuda a otros viajeros, de unir fuerzas para mitigar la fatiga, el hastío o la desesperanza. El momento en el que uno se siente  cerca del otro desde el frío del propio agotamiento y buscando el calor de tender una mano y encontrar otra mano, a su vez, tendida.  
   
Tercera incongruencia: Buscar disculpas para no continuar la marcha
(64. WEICHI: Antes de la consumación: “…es necesario cultivar en uno mismo la fuerza que pueda capacitar para el avance” “…uno no debe quedarse dormido perdiendo de vista el objetivo, pues si se mantiene fuerte y constante en su resolución, finalmente todo marchará bien”.
 (12.P’I: El Estancamiento): “Surge peligro allí donde uno se siente seguro en su sitio…”
(47.K’UN: La Desazón/El Agotamiento: “…si uno es débil la necesidad lo vence. En lugar de seguir andando se queda sentado…” “…así la situación sólo se torna aún más desesperanzada…” “…se siente la influencia del estado anterior y se piensa que si uno se mueve tendrá que arrepentirse”.
Cuando la senda se hace ardua, parecen faltar fuerzas para seguir su curso, para que se sucedan los pasos. Es fácil caer en la tentación de abandonar el viaje cayendo en el autoengaño de decirse: “Este mismo lugar es muy hermoso. ¿Por qué seguir avanzando para llegar a otro que, a lo mejor, es menos bello que este?”.
Tal vez sea un lugar espléndido, pero no es la meta, no es el sitio hacia el que se proyectó nuestro tránsito. Y, sobre todo, lo que de verdad esconde esta actitud es el miedo a afrontar parajes más duros y abruptos que el viajero sabe que aún tiene pendientes.
Otras veces, simplemente, uno mira de frente esos retos no superados, pero se siente desfallecer. Se encuentra incapaz de sobrellevar los retos pendientes. El cansancio se puede aceptar y superar; el autoengaño nos bloquea y nos estanca.

Cuarta incongruencia: La prisa
 (24.FU: El Retorno): “Hay un movimiento y este movimiento no es forzado” “El movimiento es circular, cíclico”. “El camino se cierra sobre si mismo. No hace falta, pues, precipitarse en ningún sentido artificialmente”.
 (5. HSÜ: La Espera) “La espera. Si eres veraz, tendrás luz y éxito…” “La debilidad y la impaciencia no logran nada” “La espera no es una esperanza vacua. Alberga la certidumbre interior de alcanzar la meta””La debilidad y la impaciencia no logran nada”” No es posible lograr todo de buenas a primeras”
 (46.SHENG: La Subida: “Al avanzar cada vez más, es importante que uno no se embriague con el éxito” “…antes bien, es necesario avanzar lentamente, como vacilante, paso a paso. Únicamente un progreso así, tranquilo y constante, en el que nada se hace precipitadamente, conduce a la meta”
Es fácil, que cuando uno está embebido en la marcha, tenga deseos irrefrenables de llegar cuanto antes a la meta. La prisa puede ser signo de diferentes cosas, pero de forma innegable,  la impaciencia es signo de debilidad. El que tiene prisa no confía en poder mantener el ritmo, teme desfondarse. Le consume la desazón  por conseguir el éxito porque teme al fracaso.
En ocasiones puede denotar una embriaguez por el triunfo que se ha logrado en el tramo transitado hasta la fecha.
¿Qué prisa hay cuando uno va dando pasos bien afianzados?

Quinta incongruencia: Retrasar la vuelta
(60. CHIEH: La Restricción): “Está muy bien vacilar mientras no haya llegado la hora, pero no por más tiempo”).
(24.FU: El Retorno: “Llegado el tiempo de volverse, es menester no ocultarse tras mezquinos pretextos, sino recurrir a la introspección y autoexaminarse”. “Cuando alguien pierde el momento justo para volverse, caerá en la desventura. Tal desdicha se funda interiormente en una falsa posición frente a los nexos universales”).
La vuelta es una parte del camino. Una vez que se ha llegado al final de una peregrinación, es imprescindible volver para completar el aprendizaje.
Después de tantas vicisitudes y esfuerzos, correcciones, desconciertos, pérdidas y reencuentros… ¡Queda el camino de regreso! Cierto es que comenzamos un peregrinaje, pero la verdad de la propia vida no se detiene al final del mismo, es preciso regresar, y hacerlo por la misma vía. Aunque se conozca que se ha de volver por el mismo sitio, el viaje no será igual. Los hitos del camino los reconocerás, pero la calidad de la energía con la que vivencias la vuelta, es distinta. Cuando lo iniciaste tus expectativas eran etéreas, cuando regresas conoces el terreno, lo tienes caminado, pero tu actitud interna ha variado.
D.J.Vogelmann, en su prefacio al  I Ching comenta una antigua fábula: “Lo inmutable es la mutación, por tanto, aunque los lugares sean los mismos, ¿puedo estar seguro de que el camino de vuelta es el mismo que el de ida pero en dirección contraria? Si cambia el sentido de la energía, ¿no es ya otro camino? Cada hombre tiene su tao y lo mejor es seguirlo”.
(64. WEICHI: Antes de la consumación: “…todo final encierra un nuevo comienzo. Así este signo ofrece esperanza a los hombres”).

Así sea. Ojalá no nos perdamos siguiendo nuestro tao.  Buscando el Tao.            
     


                                                                       C.Campos
                                                                    
** Los textos en color ocre son del I Ching